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La Calidad de las Relaciones: Un Factor Crítico en la Administración de Patrimonio
La Calidad de las Relaciones: Un Factor Crítico en la Administración de Patrimonio 250 201 Empath

En cualquier ámbito, la calidad de las relaciones es un predictor de la calidad de los resultados y de que los proyectos sobrevivan en el tiempo, perduren…  Cada vez más los estudios de la llamada psicología positiva -ciencia que estudia el florecimiento humano, entendido como bienestar y rendimiento óptimo- nos muestran cómo las relaciones saludables, tanto en las organizaciones como en el ámbito personal son predictores entre muchas otras cosas de los altos desempeños, del compromiso y la cohesión de un grupo o familia en este caso.

Relaciones de calidad y dinámicas de grupo saludables, no es un “deseable”, sino un un factor crítico en los resultados en cualquier ámbito. Y cuando se trata de administración de patrimonio puede hacer la diferencia entre hacer crecer este patrimonio o tomar malas decisiones. Las buenas relaciones tienen como resultado la prosperidad, el crecimiento del patrimonio, mayor involucramiento de los miembros de la familia, mayor sensación de propósito y sentir que se es parte de algo más grande. Al priorizar la empatía y la comunicación abierta y honesta, podemos crear un entorno en que las personas se sientan valoradas y motivadas para contribuir al éxito común.

Las malas relaciones, por otro lado, pueden tener un impacto negativo en la toma de decisiones, la agilidad y la innovación. Algunos de los outputs de las malas relaciones incluyen la mala calidad de las decisiones, la pérdida de agilidad, el empobrecimiento de las miradas y perspectivas, y la pérdida de oportunidades. En el contexto familiar, una relación de mala calidad puede implicar autoexcluirse y perder la oportunidad de contribuir al éxito común.

El Papel de la Empatía

La empatía es un componente clave en la construcción de relaciones saludables. La empatía permite entender y validar los puntos de vista y sentimientos de los demás, lo que puede llevar a una mayor comprensión y cooperación. Hay estudios que demuestran  que con tan sólo entrenar a las personas en empatía, se puede reducir hasta el 50-80% el tiempo en que se resuelven conflictos entre personas.

El Conflicto Constructivo

Cuidar las relaciones no significa evitar el conflicto. De hecho, el conflicto puede ser una oportunidad para crecer y mejorar. Al estimular el conflicto de manera constructiva, podemos generar espacios en que nos desafiamos y nos motivamos a ir por más. La tensión de crecimiento puede ser un catalizador para la innovación y el progreso.

En resumen, la calidad de las relaciones es un factor crítico en el éxito en cualquier ámbito. Las buenas relaciones pueden llevar a prosperidad, crecimiento y mayor involucramiento de los miembros de la familia. Al priorizar la empatía y la comunicación abierta y honesta, podemos crear un entorno en que las personas se sientan valoradas y motivadas para contribuir al éxito común. ¿Estás listo para trabajar en la construcción de relaciones saludables en tu familia y patrimonio?

Cien días para volverse más empático: 10 prácticas para cultivar la empatía en el día a día
Cien días para volverse más empático: 10 prácticas para cultivar la empatía en el día a día 284 177 Empath

En un mundo cada vez más acelerado y polarizado, la empatía no es solo un valor deseable, sino una necesidad urgente. Ser empático no significa estar siempre de acuerdo con los demás, sino aprender a ver el mundo desde sus ojos, sentir con su corazón y acompañarlos, sin juicio, desde una escucha genuina. Convertirse en una persona más empática no ocurre de un día para otro, pero en cien días, con intención y constancia, se puede comenzar a transformar la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. A continuación, te comparto diez prácticas que puedes integrar en tu vida cotidiana para desarrollar esta poderosa habilidad.

  1. Practica la escucha activa (Días 1–10)

La base de la empatía es la capacidad de escuchar realmente. No se trata solo de oír las palabras del otro, sino de atender con todo el cuerpo, la mente y el corazón. Durante estos primeros días, proponte escuchar sin interrumpir, sin pensar en tu respuesta mientras el otro habla. Mira a los ojos, asiente con atención y, si lo deseas, reformula lo que escuchaste: “Lo que entiendo es que estás sintiendo…”. La escucha activa es un acto de presencia.

  1. Haz preguntas con curiosidad genuina (Días 11–20)

Una mente empática es una mente curiosa. Preguntar desde el deseo de comprender y no de corregir o dirigir, abre puertas a mundos que desconocemos. Cambia las preguntas cerradas por abiertas: en vez de “¿Te pasó algo?”, intenta “¿Cómo fue tu día?” o “¿Cómo te sentiste en esa situación?”. Durante estos días, ejercita el arte de hacer preguntas que inviten al otro a abrirse.

  1. Observa sin juzgar (Días 21–30)

Nuestros juicios aparecen casi automáticamente. Sin darnos cuenta, etiquetamos comportamientos, actitudes o palabras. Pero la empatía requiere una pausa. Practica, durante esta etapa, observar los hechos y las emociones sin necesidad de evaluarlos. Si alguien grita, en vez de pensar “qué agresivo”, podrías pensar “parece que está frustrado o herido”. Esto cambia el modo en que nos relacionamos y abre el corazón.

  1. Ponte en los zapatos del otro (Días 31–40)

Esta es la imagen más común de la empatía, y aunque no es la única, es fundamental. Dedica estos días a ejercitar la imaginación empática. Cuando veas una noticia, escuches una queja o participes de una conversación difícil, haz una pausa y pregúntate: ¿cómo me sentiría yo si estuviera en su lugar? ¿Qué contexto podría estar influyendo en su reacción? Esto no justifica acciones dañinas, pero ayuda a comprenderlas.

 

  1. Conéctate con tus propias emociones (Días 41–50)

No podemos conectar con la emoción ajena si estamos desconectados de la nuestra. Usa estos días para observar cómo te sientes a lo largo del día. Nombra tus emociones. Identifica las sensaciones corporales. Al comprender tu propio mundo emocional, se abre la capacidad de resonar con el mundo interno de otros. Puedes usar un diario emocional o simplemente hacer pausas de autorreflexión cada noche.

  1. Práctica la gratitud y el reconocimiento (Días 51–60)

Reconocer lo bueno en otros y agradecer, por más pequeño que sea, abre el corazón. Durante estos días, proponte expresar agradecimiento a diario: al conductor del bus, a un colega, a tu familia. Reconoce públicamente los esfuerzos y cualidades de otros. La empatía también se alimenta de ver lo luminoso del otro, no solo su sufrimiento.

  1. Acepta el desacuerdo sin necesidad de imponer (Días 61–70)

Uno de los grandes retos para la empatía es mantenerla en medio del conflicto. En estos días, proponte practicar el arte de sostener la diferencia. Escucha con apertura incluso cuando no compartas lo que el otro piensa. Puedes decir: “No estoy de acuerdo, pero quiero entender mejor tu punto de vista”. Esto no es ceder, sino madurar.

  1. Haz pausas antes de reaccionar (Días 71–80)

La reactividad es enemiga de la empatía. Cuando actuamos impulsivamente, solemos responder desde nuestras heridas, no desde nuestra comprensión. En este ciclo, elige hacer pausas conscientes antes de responder en situaciones tensas. Respira profundamente, cuenta hasta tres o camina unos pasos. Ese pequeño margen puede darte la claridad necesaria para responder desde la empatía y no desde la defensa.

  1. Actúa con pequeños gestos de compasión (Días 81–90)

La empatía no se queda en lo interno. Se expresa en acciones. En estos días, comprométete a hacer al menos un gesto amable al día: enviar un mensaje a alguien que lo necesite, escuchar sin apuro, preparar un café para otro, acompañar en silencio. No se trata de grandes actos, sino de coherencia entre tu sensibilidad y tus acciones.

  1. Reflexiona sobre lo aprendido (Días 91–100)

Finalmente, dedica los últimos diez días a mirar hacia atrás. ¿Qué ha cambiado en ti? ¿Qué hábitos nuevos se han instalado? ¿Qué resistencias aparecieron? Puedes escribir una carta a tu “yo del día 1”, contándole lo que has vivido en este camino. También es buen momento para pedir retroalimentación a alguien cercano: ¿me percibes más empático?

Cien días pueden parecer mucho, pero son solo el inicio. Cultivar la empatía es como entrenar un músculo: necesita práctica diaria, errores, humildad y perseverancia. En este camino, no solo mejoras tus relaciones; también transformas la forma en que vives y percibes la realidad.

La empatía no solo es una habilidad social, es una decisión ética: la de mirar al otro como un legítimo otro. Si cada persona se propusiera vivir cien días más empáticamente, quizás podríamos cambiar el mundo. Pero lo cierto es que, al menos, cambiaremos nuestro pequeño universo. Y eso ya es un gran comienzo.